sábado, 22 de agosto de 2009

¡eL LuTo DeL ViOLiN!

Mickey soñaba, con su violin al hombro, soñaba, que corría por la calle y la lluvia lo mojaba. Saludaba a todos y reía, se colocaba frente al gran espejo de su sala y empezaba su concierto, tenía que ser el mejor, tenía que brillar... Pero todos ignoraban a Mickey, nadie le decía bien que lo hacía o lo mal que resultaba, duele más el no recibir una palabra que un insulto, el hielo es frío y no se calienta con lo que puedan alardear sus padres delante de sus amigos si hablan como si él solo fuese un adorno más de la casa: "Mickey toca para que Xiomara escuche lo excelente que eres" "Mickey hijo, hoy viene mi jefe y su esposa solamente para escucharte, toca lo mejor que sepas hacer y te presto el carro el fin de semana" y luego de tocar Mickey ya no valía, Mickey solo adornaba la velada, "Oh Victoria tienes un hijo prodigioso" "Vicente que bien suena el violin de tu hijo" pero... ¿Y Mickey, qué? No quiero tu carro papá, no quiero una gran cena que no es para mí mamá, quiero que tu un día simplemente porque te nació el amor de madre, me digas que excelente eres hijo, sin que tengan que estar viéndote tus amigas viejas que solo vienen a guiñarme el ojo, para que toque en los 15 años de Carmela, o en el matrimonio de Elvira. Cada día que transcurria, sentía que se rompía en dos y que una de sus mitades se tornaba oscura, una se odiaba la otra se quería, Una inocente, otra inicua. ¿Qué mitad haría romper el violín y odiar a sus padre?, ¿qué mitad haría hacerlo fingir y seguir siendo el centro de mesa? Mickey escupe frente al espejo... Sin embargo siente mitad lástima, mitad desprecio, mitad culpa, mitad vergüenza. Sueña con su violin al hombro que un día no reprima las lágrima y las notas del violen lloren, lloren con su alma, Mickey solo desea ser escuchado y no admirado, quiere saber que es a él a quien sienten y no simplemente sentirse una estatua viviente... "Mickey, llegó Roberto quiere saber si eres tan bueno como le dije" Esta noche no, madre. Esta noche estoy en duelo con mi violin... Admírame por ser tu hijo y no, tu plato favorito de la cena...

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