domingo, 26 de febrero de 2012

Y Estaba allí...

Y que me importa si los demás pretenden cubrirlo, como el sucio que se barre y se deja bajo la alfombra. Que me importa si a la vista de los demás estoy caído, lo que me importa es vendar sus heridas y cuidarlo como lo más preciado que se le entrega a un guardián. Grítame en la calle todo lo que quieras decirme, grita que soy un incauto, un desmerecedor de la vida. Dime que sigo los errores de otros... Pero... En mi piel, en mis zapatos, son mi errores y no son idénticos a los de ningún otro. Y si vivir con él, junto a él, por él, es dedicarme a enfrentar miradas, escarnio, a luchas; mil veces embisto mi espada contra aquellos que quieran quitarme lo que he logrado hacer junto a él, un millón de veces blandiré el cuchillo de mi sarcasmo para herir conciencias, porque la vida es de cada quien para vivirla, no para juzgarle, mil veces luciré mi armadura para repeler a aquellos que quieran llegar a mi centro y querer destruirlo. Y que me importa que a ustedes no les parezca bueno amar a quien quieras amar, odiar a quien quieras odiar, al final cada uno de nosotros tenemos nuestros demonios debajo de nuestra piel, para recordarnos que si te preocupas en criticar el de los demás, los tuyos propios harán nidos en tu vida y quedarás estancado en el mismo error eternamente. Que me importa que me grites que no lo ame a él, al final es mi corazón el que decide y es mi cuerpo quien opera lo que el dicta.