martes, 27 de septiembre de 2011

La CoRtEsAnA!

La Mujer alta, con un lunar falso en su mejilla izquierda. A la que todos en el día llaman puta y en la noche Diosa. Esa mujer, la cortesana del pueblo, con su enorme vestido de encajes, con un corsé y una empolvada peluca rubia de risos. La que gana cantidades exageradas de sus numerosos amantes. Acostumbrada a mirar por encima de los hombros a las muchas indiscretas que se atreven a verla con desprecio y señalándola por la espalda. Limitándose solo darle la espalda a las mujeres que le gritaban cosas en la calle porque se habían enterado que su marido le había pagado la noche anterior para estar con ella. Tal vez, hoy en día sea esta una historia más de una prostituta con infulas que por tener buen cuerpo era asediada por hombres adinerados. Pero en la época que vivió la cortesana, ella sola valía lo que muchas damas de riquezas hoy en día, no por el hecho de vender su cuerpo, sino porque fue una pionera al darle rienda suelta a su sexo, a sus placeres más escondidos. Los hombres que le pagaban sentían usarla, pero era ella quien los usaba, se satisfacía y luego los botaba de su cama, recibiendo por ello una cantidad especial. La cortesana siempre se enamoró, pero al ser dueña de sus sentimientos, de su cuerpo y de su mente, separo el sentimiento de su corazón y no dejó apresarse, prefirió seguir siendo la adorada de muchos, que sabría siempre la admirarían y pagarían cualquier cantidad por ella, a ser de uno solo y que éste la encerrara en una casa y la engañara con otra que él no tendría. Así vivió muchos años la cortesana, la adorada de los hombres, la puta para las damas, la diosa para los infieles, la zorra para las amas de casa...

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